jueves, 22 de julio de 2010



Televisión ecuatoriana: Entre la neutralidad del chisme de casa y la objetividad noticiosa
En la construcción moderna de la cultura como una cultura del espectáculo, la televisión aparece como su instrumento difusor por excelencia, lo cual, debido a la masificación de este medio ha dado lugar a la creación de una industria cultural del espectáculo dedicada a satisfacer la soledad del ser humano en una sociedad de creciente individualización, donde las relaciones de los humanos con otros humanos, de los humanos con la naturaleza, y de los humanos con sigo mismos ( relaciones que conforman un sin fin de prácticas, sentidos y emotividades que hacen de la vida una experiencia maravillosa) son reducidos a una sola experiencia: el gusto de ver imágenes televisivas que se presentan de manera caótica y acelerada, y llenarse de discursos sin mensajes, sin conclusión, sin sentido con el fin de superar esa soledad, de olvidar esa ruptura del ser humano en sus múltiples interrelaciones.
Es decir, la televisión distrae al televidente del mundo real, el mundo de los conflictos sociales y las luchas políticas, lo distrae de sus problemas materiales y espirituales, incluso borra de la realidad cotidianidades mas placenteras, más humanas y más solidarias (¡cómo no disfrutar de la soledad y el silencio en una noche de luna llena!, ¡cómo no disfrutar del danzar de los arboles con la música del viento!, ¡cómo no disfrutar el festejo de una minga barrial o comunal!) y envés de ellas se muestra como lo real la fugacidad de la vida, el sin sentido de los acontecimientos, se muestra la moda, las mujeres de plástico que no huelen, los hombres guapos llenos de proteínas, la velocidad de los Ferraris y las relaciones sexuales, las fragancias más sublimes del mes yanbal, se nos muestra a héroes que no mueren, así como a políticos redentores(sean de izquierda o derecha), en la televisión observamos mundos que no existen pero que igual se los experimenta visualmente, nos muestra los chismes de farándula, y hace poco nos mostraron a los héroes de la historia….. del futbol por supuesto. En fin, la televisión nos muestra un mundo en aparente cambio, un mundo tan espectacular que no existe para la mayoría, pero que crea la expectativa alienada de que el mundo avanza y progresa aunque en muchos de los casos (por no decir en la totalidad de los casos) el televidente no tenga nada que ver, ni experimenta materialmente en su cotidianidad dicho progreso y dinamismo del mundo espectacular.
La “tele” da la compañía que tanto necesitaban los hombres y mujeres en su soledad, excitando sus sentimientos y emociones de manera irreflexiva y caótica y generando una colectividad identitaria ficticia donde se definen y resuelven los problemas de los televidentes. Así encontramos en nuestra transmisión televisiva nacional los programas en donde “el principal protagonista es Usted”, me refiero a los programas mañaneros que se caracterizan por tener segmentos muy variados: cocina, baile, tips para estar bella y saludable, chismes, segmentos de ayuda a la comunidad, beneficencia a los más necesitados etc., etc.… Estos programas empiezan a las 8 am y son transmitidos lunes a viernes, cuyo sujeto receptivo es el ama de casa que de 8 de la mañana en adelante ya puede disfrutar de la calurosa compañía de su televisor, pues hasta esa hora ya hizo el desayuno, ya plancho la ropa de su esposo y el uniforme de los “guaguas” y ya los envió al trabajo y al colegio respectivamente. Y si no lo hizo ella superviso a las empleadas para que todo salga como solo una buena ama de casa lo sabe hacer.
Una vez cumplido con su rol de mujer, impuesta funcionalmente por nuestra sociedad capitalista dependiente, el ama de casa en su soledad “hogareña” puede disfrutar de la compañía que le brindan programas como “Cosas de Casa”, “Un nuevo día”, “El club de la Mañana”, “La Plena” cuyos carismáticos conductores hacen de su vida “un nuevo día” porque ya no se encuentra sola

sino que es “parte del club” y en donde solo se cuenta “la plena”.
Observamos entonces en el nombre mismo de estos programas la necesidad de apelar al televidente y crear una identidad, en este caso el del ama de casa, dando lugar a la conformación de una colectividad ficticia en donde se definen y resuelven los problemas que un ama de casa afronta diariamente.
Así encontramos en estos programas los problemas de casa y la solución a los mismos recetando un sin número de mascarillas de distintos colores, sabores y costos para obtener un cutis más fresco y prefecto, consejos para bajar esas libritas demás realizando una secuencia de aerobics, recomendaciones para alimentar al perro con productos “Procan”, ideas para decorar la casa con un estilo japonés, hindú, tailandés o el que sea más natural o exótico, se presenta las opciones para elegir el mejor curso vacacional para los hijos, en fin, se exhiben una abundancia de soluciones a los problemas del ama de casa habidos y por haber. Pero también se muestra a las amas de casa exitosas, quienes con un negocio casero han logrado superarse y ser “independientes”.
¿Pero qué identidad se recrea? ¿A que ama de casa va dirigido estos programas? ¿Acaso estas son las preocupaciones de las “mujeres de casa” en general? Si analizamos los segmentos de estos programas nos damos cuenta que están atravesados por una cuestión fundamental, que es la cuestión de clase, pues estos van dirigidos a las amas de casa que pertenecen a un segmento social y económico medio alto a bien acomodado, las que “a pesar” de “ser amas de casa” pueden tener cierto tipo de consumo que permita tener su cuerpo, la casa y el perro saludables y perfectos.
Pero al ser la televisión un “medio de comunicación” masivo, los programas mañaneros no solo llegan a los segmentos sociales a quienes específicamente van dirigidos, sino que independiente de los niveles de consumo, pertenecías sociales y preocupaciones de clase, estos programas son vistos por toda la población en los cuales se ha consolidado un estereotipo de “ama de casa” la cual se conforma como un referente a seguir para las mujeres de casa en general.
Pero en nuestra sociedad capitalista de “tercer mundo” la mayoría de amas de casa además de cumplir con este rol, realizan distintas actividades que les permite obtener a “duras penas” ingresos adicionales para satisfacer los gastos básicos que tienen en su hogar conformándose como mujeres trabajadoras que venden en los mercados, que son las empleadas domesticas, las comerciantes minoristas, las campesinas, las maestras y profesionales en general quienes no están en la condición material de realizar solo “estas cosas de casa” y preocuparse de “escoger la mejor marca de comida para el perro o el estilo más exótico para el casa”. En estos programas se difunde este estereotipo que siendo particular trata de generalizarse en todas las mujeres, dando lugar a la invisibilizacion de los problemas diarios que tiene que afrontar una mujer en su condición misma de mujer y trabajadora.
Pero eso no es todo, en la soledad y funcionalidad que ha determinado el sistema para las amas de casa, tratándolas como meros accesorios que son útiles mientras mantengan un hogar perfecto, los programas mañaneros entendiendo este problema y tratando de suplir esta soledad interpelan al ama de casa y televidente en general haciéndoles virtualmente parte de una colectividad, parte del “club” en el cual se resuelven y tratan temas de interés, temas de la realidad coyuntural. Pero ¿Cuál es el interés inmediato que genera este club televisivo sobre la realidad? ¿Cuál es la práctica que genera interés a la mayoría televidente?
Esa práctica adoptada por estos programas que crea un sentido de realidad en esta colectividad de pertenencia es el chisme de farándula, pues esta crea una ilusión en donde también el televidente puede dar su opinión, puede ser parte dinámica de la realidad que se le presenta, puede hacer una llamada y opinar acerca de las cirugías, la infidelidad, el embarazo, el matrimonio de tal o cual “personaje de pantalla”. Si el problema es el chisme cualquiera puede opinar, de este modo en este mundo de farándula y espectáculo, la realidad, la “plena” se reduce a las preocupaciones banales y estúpidas de los “famosos de la tele”, convirtiendo el mundo de vida en el mundo el chisme que a la vez da entretenimiento y escape a los problemas de la cotidianidad de los televidentes.
Con estos ejemplos que parecieran solo de entretenimiento y sin ninguna carga ideológica, pues en estos programas solo se cuenta “la plena”(la realidad) reducida al “chismorreo diario nacional”, haciendo creer que estas son las preocupaciones de la “gente común” que no se inmiscuye en los problemas sociales, políticos y económicos de nuestra sociedad por considerarlas aburridas y externas a su realidad observamos como la ideología actúa en todos los niveles y nos damos cuenta que la televisión, más que caja de entretenimiento es un instrumento de poder que sirve para el control de la realidad, llegando a los extremos de que ella va construyendo lo que es real y descarta lo que ella no quiere que exista.
La televisión no es un aparato o “medio de comunicación” con vida propia, sino que es un instrumento a usarse de a cuerdo a los intereses corporativos que están detrás de los canales de televisión y que están fuera del aire, pues para el público televidente en general, la televisión es un medio que “informa” sobre lo que pasa en la realidad, transmite lo que ocurre en la actualidad coyuntural mediante los “Noticieros” o ”informativos”, los cuales son identificados con la objetividad, la neutralidad, la verdad.
Ahora bien, cuando se habla de noticieros, también se habla de control ideológico pues en ellos y mediante ellos, la construcción de lo real, en el sentido de cómo devienen los acontecimientos a partir de un proceso histórico, es organizada en función de un discurso hegemónico descontextualizador de aparente objetividad y neutralidad que solo se remite a los hechos, sin realizar ninguna relación con el proceso histórico del cual devino , dando lugar a que los hechos que “hacen la noticia” se los juzgue desde una matriz, una moral que siempre tiene que ver con los valores burgueses liberales, desde el cual toda buena noticia es tal por no atentar “al derecho a la propiedad privada”, “la libertad de expresión”, “el bien público”, “la seguridad ciudadana” etc.etc. y es mala noticia, de crónica roja si agrede estos derechos. Por ejemplo, en los actuales momentos “los echos que hacen noticia” son los actos de “delincuencia que vive el país” y vemos en los noticieros los muertos, los robos, los sacapintas detenidos, los ajustes de cuentas entre sicarios, y lo que uno oye en los noticieros, es “necesitamos mas seguridad para detener a estos pillos y sin vergüenzas”, vemos inaugurar nuevas cárceles de máxima seguridad, escuchamos decir que la policía está siguiendo cursitos de inteligencia para detener a estos “malos elementos de la sociedad”. Nos damos cuenta entonces, como los noticieros organizan un sentido y hacen parecer que la delincuencia del país es culpa de “los malos”, de estos “pillos”, y que metiéndolos en las nuevas cárceles inauguradas esta “ola delictiva va cesar”. Jamás se dice por ejemplo que la delincuencia tiene que ver con la crisis económica que atraviesa el mundo (fenómeno estructural de reorganización del capital) o la distribución cada vez más inequitativa de los medios de vida, no se hace relación a la delincuencia con la falta de trabajo, no cabe en la “realidad” pensar que la delincuencia es producto estructural de este sistema de propiedad privada donde pocos acumulan y la mayoría se rebusca como vivir.
En esta auto nominación de “periodismo objetivo e independiente” se observa que en los noticieros, al televidente no le llega los hechos tal cual, sino que de estos hechos se realizan interpretaciones, en donde primeramente se escogen las noticias de interés y se las organiza de manera jerárquica. Es así que los segmento de noticias de transmisión televisiva que mas sintonía y “credibilidad” u “objetividad” tienen (aparentemente su fuerte y alta sintonía se debe a esta característica de decir solo la verdad) utilizan estas técnicas informativas para interpelar a los televidentes y generar una opinión pública o un sentido social esperado por el medio.
Al hablar de los medios de comunicación en un régimen de propiedad privada y sociedad democrática dentro del estado moderno, antes que nada se debe tener en cuenta que los medios de comunicación no son tan “medios de comunicación” sino que estos son grandes propiedades que sirven para la selección, difusión, manipulación y monopolización de la información y que a nivel masivo el producto de esta construcción parcializada se presentan como verdad u objetividad de los acontecimientos. En este sentido los medios de comunicación no pueden tener una objetividad o una neutralidad ni en la recolección de la información ni en el posterior procesamiento.
Por lo que se puede concluir que entre tanto chismorreo aparentemente tan cotidiano que reduce el mundo de la vida al mundo banal del chisme de pantalla y la objetividad de los noticieros que conforma la realidad “seria y cruda”, la televisión es y será un instrumento de poder, que define la coyuntura social y las preocupaciones individuales de acuerdo a un sentido de realidad beneficioso a los grandes intereses que se encuentran fuera de del aire y fuera del mundo del espectáculo.
Leolush

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