miércoles, 10 de junio de 2009

1° DE MAYO, DÍA DEL TRABAJADOR

¡Secad vuestras lágrimas, los que sufrís!
¡Tened coraje, esclavos!
¡Levantaos!

¡Hola gordito! Ya llegué. Bien me fue. Cansada... Ahí oye… lo de siempre, ya sabes como es el trabajo… lidiando con los clientes, el jefe no fue hoy; tenía una comida importante con los otros jefes. Sí, sí ya me dijeron que para la próxima semana nos pagan completo, no te apures, todavía tenemos platita de lo que le pedí prestado a la Carmita hasta el otro mes. La hija de la pobre no consigue trabajo aquí. Desesperada anda por haberse dejado coger por la migra allá lejos, aunque sacada el aire ya ganaba su platita pero con todo eso de la crisis a la pobre la regresaron… hay hijito el trabajo es un mal necesario… sino ¿de dónde vivimos?
¿No te parece una charla conocida? Para nosotros hablar del trabajo es hablar de una forma digna de sobrevivir. Cuando somos niños, padres y profesores resaltan nuestras habilidades, las que nos asegurarán un “buen porvenir”, consiguiéndonos un gran puesto para poder “ganar mucha plata”.
Para nuestra sociedad hay varias maneras de entender eso que llamamos “buen porvenir”: el trabajo duro a cambio de dinero y la plata como único medio para conseguir lo necesario, son las únicas respuestas posibles. Sin embargo, ¿hasta que punto sacarse el aire a cambio del poquito sueldo para sobrevivir es digno o vehículo de un buen porvenir? Bajo esas respuestas no importan las humillaciones de los jefes, los contratos a prueba sin paga, el recorte de sueldos y beneficios. La compra y venta de mis habilidades no es más que el resultado de una relación injusta en la que estoy obligado a venderme a aquellos que todo lo tienen.
Las diversas formas de explotación y sumisión a las que nos vemos expuestos “por conservar el “trabajito” se han vuelto parte de nuestra vida cotidiana y son prácticas que nos impiden generar complicidad con nuestros compañeros de trabajo, las autoridades (estado y privados) se han encargado de que las conquistas laborales sean vistas como productos de la “bondad y majestad” de los empleadores. Claro ejemplo de esto, declarar al 1º de mayo como día laborable o peor aún, como día de descanso, hecho que significa borrar la historia de nuestra memoria.
Recordemos que un 1º de mayo de 1886 en Chicago, ciudad estadounidense, varios sindicatos de trabajadores fabriles que estaban ya en huelga (entre ellos varios de la fábrica McCormik) decidieron protestar; sus salarios eran miserables y estaban obligados a cumplir extensas horas de trabajo. Pedían que su jornada sea reducida de dieciséis a ocho horas de trabajo, mejoras en la paga y la posibilidad de una pausa para alimentación. Reclamos justos. Pero las protestas, que se extendieron varios días, fueron violentamente disueltas por la policía, controlada por los dueños de las fábricas. El saldo: cientos de asesinados de los 20.000 trabajadores concentrados en la plaza de Haymarket y varios líderes sindicales anarquistas condenados a muerte, prisión y trabajos forzados: “…Los chacales que nos gobiernan están ávidos de sangre trabajadora... Los trabajadores no son un rebaño de carneros, ¡es preferible la muerte que la miseria! Es la necesidad lo que nos hace gritar… Ayer, las mujeres y los hijos de los pobres lloraban a sus maridos y a sus padres fusilados, en tanto que en los palacios de los ricos se llenaban vasos de vinos costosos y se bebía a la salud de los bandidos del orden…”
Sus consignas no son tan distintas a las de nuestro tiempo. Solo nos basta recordar la cantidad de personas de Pinto, Artefacta, Consorcio Pichincha y Sistema de Seguridad Watch and Hunt, que en estos años, fueron despedidas de sus trabajos en nombre de la crisis o aquellos que siguen trabajando bajo las perversas figuras (hoy existentes) de la tercerización y el subcontrato. Esto genera un empobrecimiento doloroso y una muerte social por no poder acceder a consumos básicos, mucho menos a los pequeños lujos que el pobre suele darse cuando trabaja.
Si miramos detenidamente la fábrica no es el único lugar donde están los trabajadores que luchan porque son explotados. Hoy las labores a cambio de una paga son muchísimas, los trabajadores somos millares y nuestras condiciones de explotación se han multiplicado. No olvidemos que el 1º de mayo sigue siendo un símbolo de lucha para los trabajadores latinoamericanos; sujeto político del cambio social. Las mejoras laborales son solo bambalinas, olvidar la búsqueda de una sociedad más justa es un error histórico del cual debemos aprender.

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